Vivimos en una época que hace progresos increíbles en las tecnologías digitales, las que sitúan en el centro a los hardware, software y redes informáticas.
No se trata de tecnologías inéditas, las empresas disponen de los ordenadores desde hace medio siglo y, ya en el lejano 1982, la revista Time definió el ordenador la «máquina del año».
Sin embargo, así como fueron necesarias muchas generaciones para mejorar la máquina de vapor hasta que consiguieron proporcionar energía a la Revolución
Industrial, otro tanto hizo falta para desarrollar nuestras máquinas digitales.
Los ordenadores seguirán mejorando y haciendo cosas nuevas, sin precedentes.
Con «llena expresión de potencia» se entiende simplemente que los ladrillos ya están en su sitio, para que las tecnologías digitales puedan demostrarse importantes y capaces de trasformar la sociedad y la economía, tanto como la máquina de vapor.
En pocas palabras, estamos en un momento decisivo, en un momento en que la curva sube, gracias a los ordenadores. Estamos entrando en segunda época de las máquinas.
Nuestra segunda conclusión es que las transformaciones llevadas por la tecnología digital serán profundamente benéficas.
Nos estamos acercando a una época que no sólo será diferente, sino también mejor, porque podremos aumentar tanto la variedad como el volumen de nuestro consumo.
Así expresada, o sea utilizando el árido vocabulario de la economía, casi parece un escenario impropio. ¿Quién es que quiere consumir cada vez más?
Pero nosotros no consumimos sólo calorías y gasolina.
Consumimos información de libros y amigos, diversión ofrecida por las grandes celebridades y también por los aficionados, experiencia por profesores y doctores e innumerables otras cosas que no están hechas por átomos.
La tecnología puede ofrecernos mucha posibilidad de elección e incluso más libertad.
Cuando estos bienes están digitalizados, cuando se convierten en muchos bit que se pueden archivar en un ordenador e inviar en la red, adquieren algunas cualidades raras y maravillosas.
Están sujetas a una economía diferente, en la que la abundancia, y no la escasez, es la norma.
Como demostraremos, los bienes digitales no son como los físicos, y estas son diferencias que cuentan.
Los bienes físicos siguen siendo esenciales, y casi todos querríamos tenerlos en mayor medida, en mayor calidad y variedad.
No importa si deseamos comer más: todos querríamos comer mejor y más diferenciado.
No importa si queremos quemar más hidrocarburos fósiles: de todas formas, querríamos poder visitar muchos más lugares que tienen mucha comodidad.
Los ordenadores nos están ayudando a conseguir estos objetivos y muchos más.
La digitalización está mejorando el mundo físico, y estas mejoras pueden llegar a ser más importantes.
Los históricos de la economía están ampliamente de acuerdo sobre el hecho de que, como dice Martin Weitzman, «el crecimiento a largo plazo de una economía avanzada está dominada por el progreso técnico».
Como demostraremos en estas páginas, el progreso técnico está mejorando exponencialmente.
En su carrera el progreso tecnológico retendrá a alguien, a lo mejor mucha gente. Como enseñaremos, nunca ha habido un momento mejor para ser un trabajador especializado o instruido en el justo sentido del termino, porque este es el tipo de persona que puede utilizar la tecnología para crear y captar valor.
Pero nunca ha habido un momento peor para ser un trabajador que puede ofrecer sólo capacidades «ordinarias», porque el ordenador, el robot y otras tecnologías digitales están adquiriendo las mismas capacidades y competencias a una velocidad inimaginable.
Casi todas las innovaciones descritas en este capítulo han llegado en los últimos años.
Las hemos encontrado en los sectores en que los progresos fueron lentos por mucho tiempo, en los cuales se llevaron a cabo estudios atentos que permitieron llegar a la conclusión que no hubiera habido una aceleración.
Luego, después de mucha gradualidad, el progreso digital llegó de repente.
Llegó en muchos sectores, de la inteligencia artificial a los coches que conducen por si mismos, a la robótica.
¿Qué pasó? ¿Fue suerte o la confluencia de muchas mejoras felices pero improvisadas?